El Día Internacional contra el acoso escolar (2 de mayo) nos recuerda la importancia de crear entornos educativos seguros y respetuosos. La convivencia escolar es un pilar fundamental en el desarrollo académico y personal de los estudiantes. Es en este espacio donde se forjan valores, habilidades sociales y se establecen relaciones que perduran a lo largo de la vida. Sin embargo, el acoso escolar puede socavar este proceso, afectando negativamente el bienestar de los estudiantes y su rendimiento académico. Para combatir este problema desde la raíz, es crucial implementar estrategias efectivas que fomenten una convivencia escolar positiva.
Antecedentes claves: La pandemia y las redes sociales
La pandemia impuso un desafío sin precedentes en la convivencia escolar. El aislamiento y la falta de interacción cara a cara, crucial para el desarrollo de habilidades interpersonales, fue interrumpido abruptamente y por un tiempo prolongado. Para muchos estudiantes no fue una tarea fácil retomar las actividades escolares.
“La mayoría había perdido la práctica respecto de lo que se esperaba de ellos, de los modales y los intercambios sociales cotidianos. (...) En las escuelas, donde nunca nadie había tenido que lidiar con una pelea, estas empezaron a estallar como incendios forestales (...) los estudiantes que volvieron no eran los que teníamos antes” (Lemov et.al, 2022, p.2)
Además, evidenció el impacto negativo de las redes sociales en las dinámicas de relacionamiento entre los jóvenes. Durante este periodo, el incremento del uso de las redes sociales, como medio principal de comunicación, distorsionó la percepción del contacto humano afectando la capacidad de los jóvenes para leer y responder a las señales no verbales, así como para resolver conflictos de manera constructiva.
La psicóloga Jean Twenge había desarrollado estudios antes de la pandemia, sobre cómo el uso de las redes sociales aumenta los niveles de depresión, ansiedad y aislamiento entre adolescentes.
“La presencia de las pantallas se había convertido en una epidemia que reestructuraba todos los aspectos de la vida de los adolescentes (...) muchos de estos jóvenes no desarrollaron el sentido de responsabilidad ni las habilidades sociales que se obtienen al salir de sus casas.” (Lemov et.al, 2022, p.6)
Y estos problemas no sólo se limitan a la salud mental, “Todo ese tiempo frente a una pantalla deteriora la capacidad de poner atención y de concentrarse (...) la atención es fundamental en todas las tareas de aprendizaje, y la calidad de la atención que prestan los estudiantes determina el resultado de sus esfuerzos por aprender”. (Lemov et.al, 2022, p.8)
¿Cómo evalúan este problema las familias chilenas? Durante 2022, la Asociación de Municipalidades de Chile, AMUCH, dio a conocer una encuesta de opinión realizada a padres, madres y apoderados, sobre violencia escolar en Chile la cual concluyó que el 97% de los encuestados consideran que este es un problema grave o muy grave. Además reconocieron que las familias son el principal actor que debe involucrarse para prevenir la violencia escolar. Un 52% expresó que la gestión del establecimiento educacional para abordar la violencia escolar fue mala o muy mala.
“Las escuelas se enfrentan al claro desafío de que las familias a las que pretenden servir tienen menos fe en su credibilidad, competencia y probidad. (...) Uno de los efectos de la creciente desconfianza en estas instituciones es la baja participación en ellas.” (Lemov et.al, 2022, p.14)
Por lo mismo, es esencial involucrar a toda la comunidad educativa para fomentar una convivencia escolar saludable.
Cómo lograr una convivencia escolar positiva
Una de las claves para promover una convivencia saludable es la educación en valores desde edades tempranas. Los programas de educación emocional y social pueden enseñar a los estudiantes habilidades como la empatía, la resolución pacífica de conflictos y el respeto hacia la diversidad. Estas habilidades les permiten desarrollar relaciones interpersonales saludables y reconocer la importancia del trato igualitario.
Los docentes desempeñan un papel fundamental al detectar y abordar las situaciones de conflicto de manera proactiva. La implementación de protocolos de actuación claros y la promoción de un clima de confianza en el aula, son medidas efectivas para prevenir y resolver casos de acoso escolar.
Es importante promover la participación activa de los estudiantes en la creación de un entorno escolar seguro y respetuoso. Fomentar la colaboración, el trabajo en equipo y la inclusión en actividades extracurriculares puede fortalecer el sentido de pertenencia y la cohesión entre los estudiantes. La celebración de jornadas temáticas, charlas y talleres sobre el respeto y la tolerancia también contribuye a sensibilizar a la comunidad educativa sobre la importancia de fomentar una convivencia escolar saludable.
Teresita Janssens, Asesora Algeduc, nos entrega algunas claves para lograr una convivencia positiva en la escuela. “Lo primero es establecer el buen trato como la forma de vincularse entre todos los miembros de la comunidad educativa. Para ello es fundamental que exista una decisión clara y determinada desde el equipo directivo y el cuerpo docente. Una comunidad bien tratante se relaciona sobre la base del respeto y minimiza enormemente la posibilidad de conflictos de convivencia mal resueltos y que puedan escalar” señala Janssens.
La comunicación fluida y la colaboración entre la escuela, las familias y otros agentes sociales son pilares fundamentales para fomentar una convivencia escolar saludable. Los padres y tutores deben ser aliados activos en la prevención y detección precoz de posibles situaciones de acoso, fomentando el diálogo abierto con sus hijos y brindándoles apoyo emocional.
Para lograr este cambio te recomendamos:
Describir claramente qué conductas o acciones son propias del buen trato, apoyándose con recursos visuales.
Incorporar en el lenguaje de la escuela conceptos vinculados al buen trato, tales como:
-Ser amable
-Ser respetuoso
-Ser empático
-Ser agradecido
Generar espacios de juego y encuentro en ambientes libres de celulares y redes sociales, donde predomine la interacción social sostenida y cara a cara.
Sumar a toda la comunidad en este ideario (estudiantes, docentes, directivos, asistentes de la educación, junto con padres y apoderados).
Estar atentos al trato entre los miembros de la comunidad y a corregir aquellas conductas que no vayan en la dirección correcta.
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